viernes, 20 de junio de 2008

Vaya sueñecito...

Qué mierda de noche. De calor, y sábanas pegadas y pesadillas. Ayer soñé que estaba en casa de mi abuelo. Vaya usted a saber porqué. De repente se abría la puerta y entraba él. Se me quedaba mirando extrañado, pero no decía nada. Traía las manos extrañamente retorcidas; las uñas largas como las de un vampiro de la Hammer. Dedos largos y blancuzcos. Soy yo abuelo, le decía, ¿no me reconoces? Y entonces comenzaba a llorar sin hacer ningún ruido. Unos lagrimones gigantescos que le resbalaban por las mejillas. Y con el llanto se le iba borrando la cara. Y antes de que me diera cuenta estaba frente a un señor desconocido que me miraba como pidiéndome perdón por estar allí. Luego, este mismo señor se escurría por una especie de trampilla que había junto a una ventana y cuando me disponía a asomarme aparecía una mujer. Una mujer que no conozco de nada pero que me miraba con ganas de echarme de allí. Casi lo consigue, que me vaya de allí pitando, aunque ha sonado antes el despertador.

Lo dicho. Qué puta mierda de noche.

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