domingo, 28 de junio de 2009

Regreso

No me van a creer. Ayer mientras limpiaba el polvo de la consola de control manipulé por accidente una de las plancas gravitacionales y -UPS- cuando me quise dar cuenta estaba metido en un agujero de gusano, viajando en dirección a Beltegeuse (¿existe las direcciones cuando uno viaja en el tiempo al mismo tiempo que en el espacio?) o vaya-usted-a-saber. Ahora que caigo, ¿he dicho ayer? A ver, un momento que miro de reojo al calendario. Cáspita! Por los pioneros de la Via láctea y las lluvias de meteroritos!!! Si hace casi 15 días que aparecí por este blog por última vez. Mecachis, es lo que tiene el relativismo, que uno se pasa media vida limpiando. No se preocupen, a partir de ahora la comunicación volverá a ser fluida. Porque, era fluida. O no. ¿O no?
No-Berlin, 32º.

sábado, 6 de junio de 2009

Mensajes

De vuelta del club, no puedo dejar de comentarles uno de esos sucesos misteriosos tan típicamente berlineses. Esta ciudad está llena de mensajes. Códigos extraños. Encargos solapados o llamadas ocultas de quién sabe qué clase de sociedad secreta. Por todos lados encuentra el observador textos aparentemente inocuos, diríase que casuales, que sin embargo deben encerrar algún sentido que sólo los destinatarios alcanzan a comprender. Por ahora no puedo darles muchos más detalles, pero estoy trabajando para descifrar algunos de ellos con la convicción de que me conducirán a alguna trama latente de esta ciudad subterránea. Para que vean que no exagero les aporto una pequeña muestra. Por cierto, ¿qué es un boli bic? A veces creo que he pasado demasiado tiempo en órbita.

Berlin 13 ºC. Corto y cierro.

jueves, 4 de junio de 2009

El club



















Nueva incursión en el mundo del ocio Berlinés. Sin embargo, en esta ocasión el intento ha resultado un fracaso. Me acerqué por lo que aquí llaman "un club", que es el nombre que le dan a los bares que sólo abren de noche. Después de esperar un rato enmedio de la fresquita noche berlinesa en una cola llena de gente más joven que yo, conseguí esquivar a un tipo al que alguna enfermedad poco frecuente había deformado hasta proporcionarle unos biceps del tamaño de un tronco de abedul. Tras éste, otro me recibió cariñosamente, palpándome por todos lados e interesándose por el contenido de mis bolsillos, lo que aquí todo el mundo interpreta como un gesto de confianza (al fin y al cabo, no vas hurgando en los bolsillos de cualquiera). En algún lugar del club debían estar lavando ropa porque cada vez que alguien abría la puerta se escuchaba un ruido muy potente como de lavadora centrifugando, algo así como brrrrrrrrom brrrrooooooom brooooooommm y también un chaka chaka chaka que me resultaba familiar. Lamentablemente, cometí un error de cosmonauta aficionado. Como me dolía un poco la cabeza me acerqué a un berlinés al que vi repartiendo pildoras junto al señor que escoge los discos (aquí conocido como Dillei). Le pedí que compartiera conmigo una aspirina. Al principio me miró con una cara de pocos amigos, pero después partió una por la mitad y me dijo: "paz y amor". No saben que aspirina, amigos. La más potente que he probado nunca. Claro, como las fabrican aquí mismo, en Alemania, deben de ser extraordinarias. Lo cierto es que no puedo contarles nada más porque a partir de ahí no sólo se me borró el dolor de cabeza, sino la vista y la memoria. Sólo recuerdo haber amanecido junto a un cubo de basura oliendo como si me hubiera estado revolcando dentro de un cenicero.

PD: para que se hagan una idea del visitante asiduo de un club, les adjunto prueba gráfica.
Berlin 12 ºC. Corto y cierro.

martes, 2 de junio de 2009

El saludo distante

Pero, es cierto. No sólo de riesgo se vive en Berlin. En esta ciudad, uno puede experimentar estampas cotidianas cargadas de encanto urbano. De tanto en tanto yo también me entrego a las tradiciones que los berlineses saben mantener como ningún otro pueblo en este planeta. En el documento que adjunto a mi informe me ven, tal y como viene siendo habitual, entregado a la tarea de participar activamente de la vida berlinesa. En este caso formando parte de una curiosa costumbre: el saludo distante. Son tan cariñosos los lugareños que al salir a la calle, no contentos con dirigir un amistoso saludo a sus vecinos y allegados, sienten en imperioso arrebato de la solidaridad y comienzan a saludar a todo aquel a quien alcanza la vista. Que la gente esté lejos y haya valla de por medio no son cosas que puedan asustarlos. Observen como se usan los prismáticos y las escaleras para transmitir el saludo aún más lejos. Y luego dicen que la vida moderna es solitaria.

Berlin 24 ºC. Corto y cierro.