martes, 8 de abril de 2008

Diantres. Hoy llueve sin parar. Igualito que si todo el cielo se estuviera licuando justo sobre nuestras cabezas. A mí los días de lluvia me hacen sentir borroso. Se disfruta del repiqueteo de las gotas en los cristales, de los colores acentuados entre la luz grisácea de la tormenta, pero también se tiene la sensación de que la vida se le escapa a uno al mismo ritmo que el agua se escurre entre las rendijas de los sumideros de la calle. Así de borroso, me refiero, como si me disolviera en un vaso de agua gigantesco. Buen día para tocar la guitarra y cantar en voz baja, para escribir un poema o ver en silencio una de Truffaut. ¿Soy yo, que me pongo así de tonto o es que a todo el mundo le pasa lo mismo? ¿Qué tiene la lluvia, que produce esa melancolía? No me quejo. Supongo que siempre toca disfrutar de lo que hay. Llegará el verano y el agua desaparecerá. Tendremos ocasión de disfrutar de otras cosas. Por ahora, para mañana y pasado, el hombre del tiempo pronostica... un regalo de aguaceros y aguaceros.

1 comentario:

Manuel G. Mairena dijo...

Pues hoy llueve sobre mojado...