Todo en orden. He confirmado el lugar de aterrizaje y recibido el primer mensaje de Control, en el que se me ruega quede a la espera de nuevas instrucciones.
Como antes de descender me sometí a un programa de preparación subhipnótica en la nave, me he recuperado relativamente pronto de la confusión del aterrizaje y esta misma mañana he podido realizar una exploración aleatoria del entorno.
Las condiciones atmosféricas no eran extremas, aunque lloviznaba y la temperatura no superaba los 8 grados. De repente me he dado cuenta de que llevaba muchos meses sin experimentar la sensación de la lluvia y me ha parecido gratificante. Estimulado por este pequeño descubrimiento he avanzado más allá del punto de inserción y he explorado también los límites de mi barrio, en un lugar central de lo que los berlineses llaman Mitte. Como aquí no tengo a mano mis verduras hidropónicas ni mis guisitos liofilizados, mi primera prioridad ha sido procurarme alimentos. Con este fin he entrado en un supermercado. Al principio me he sentido un poco mareado por la abrumadora gama de posibles productos, todos ellos con etiquetas de colorines y palabras brillantes que no entiendo. Mi comida en la cápsula sólo tiene la etiqueta gris y naranja de Control, así quie no estoy acostumbrado. De pronto, me he dado cuenta con disgusto de que la programación lingüística subcortical a la que me sometí ha sido un completo fracaso. Las palabras me resultan desconocidas y los sonidos son extraños. Debo haber escogido un patrón subcortical erróneo: aleman medieval o dialectología alsaciana, quizás, porque no entiendo nada. Esto me ha puesto un poco nervioso y me hace sentir como si estuviera desnudo delante de la gente. Por ejemplo: una anciana se me ha acercado y, con un bote de algo rojo en la mano (¿remolacha? ¿salsa para pasta? ¿Quetchup?) ha dicho algo que ha sonado así: sustackdafmittel bert ij cornlish u ya ya dasduferxxtauern. Así que yo me he limitado a sonreir y salir corriendo discretamente hacia los productos lácteos. Luego lo he pensado y esto tanto podría haber significado: ¿es una vergüenza que la mermelada de ciruela esté tan cara, a que si? Pero también podría ser: maldito intruso, tienes toda la cara de estar aquí de paso, y además te estás llevando los últimos linguini!
Bueno, ahora voy a intentar conectar con Control. Corto y cierro
lunes, 16 de marzo de 2009
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