Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios
Por fin es viernes
¿Pensábais que en la cápsula era distinto? ¿Que por aquí el tiempo transcurría de otra forma? No, terrícolas. Los días se suceden con el mismo encanto de apisonadora en la estratosfera que ahí abajo. Hay un millón de cosas de hacer: poner al día las bielas, revisar las bisagras y las junturas de las mamparas de cada nivel, buscar signos de vida de inteligente entre Beltegeuse y Kepler-2, quitar el polvo de las estanterías del camarote, limpiar el vaho en los ojos de buey de las escotillas traseras, comprobar los niveles de oxígeno, hablar con mamá por videoconferencia estelar, cocinar comida deshidratada para toda la semana, escribir cartas apasionadas para alguien que nunca las recibirá, consultar las cartas de navegación y fijar correcciones en la órbita, despejar los pasillos de la nave, siempre atestados de cajas de suministros y, finalmente, pasarle un paño al retrato de A. C. Clarke que cuelga sobre el puesto de mandos. Esto entre otras tantas cosas. Así que, es cierto, cuando llega el viernes me desperezo; tiro el uniforme sucio de toda la semana y me coloco unos vaqueros; me doy una ducha (racionada, claro, y de agua reciclada) y me tomo una buena ensalada de cultivo hidropónico.
Luego, me siento frente al gran panel de la sala de mandos y miro la tierra flotar en medio de una nada vacía, negra y hermosa. Y es como un pedazo de un gran y suculento pastel..azul.
viernes, 7 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
Vaya... creo que en la cápsula no se está mal. Me daré un paseo de cuando en cuando siempre que no interrumpa en los quehaceres del piloto.
Pues no, no se está mal. Y hay mucho espacio. Además teniendo en cuenta todas las cosas que hay que hacer... es difícil que interrumpas. Total, que estás invitada a compartir la órbita periestratosférica siempre que gustes.
Salud y alegria, que decía Epicuro...
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