Y esta otra joyita es la bola extra... ¡Quemad vuestros televisores, terrícolas!
Iraq: Ghost War from Dalber Candido on Vimeo.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Sin palabras
Esta pequeña maravilla de periodismo de ese que nunca encuentro en vuestros telediarios, que se dicen informativos, os la regalo. Mejor no añadir más palabras. Y luego hay cretinos que dicen que Internet no sirve para nada
It's Not Easy from Dalber Candido on Vimeo.
It's Not Easy from Dalber Candido on Vimeo.
viernes, 7 de noviembre de 2008
también aquí cocemos habas
Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios Dios
Por fin es viernes
¿Pensábais que en la cápsula era distinto? ¿Que por aquí el tiempo transcurría de otra forma? No, terrícolas. Los días se suceden con el mismo encanto de apisonadora en la estratosfera que ahí abajo. Hay un millón de cosas de hacer: poner al día las bielas, revisar las bisagras y las junturas de las mamparas de cada nivel, buscar signos de vida de inteligente entre Beltegeuse y Kepler-2, quitar el polvo de las estanterías del camarote, limpiar el vaho en los ojos de buey de las escotillas traseras, comprobar los niveles de oxígeno, hablar con mamá por videoconferencia estelar, cocinar comida deshidratada para toda la semana, escribir cartas apasionadas para alguien que nunca las recibirá, consultar las cartas de navegación y fijar correcciones en la órbita, despejar los pasillos de la nave, siempre atestados de cajas de suministros y, finalmente, pasarle un paño al retrato de A. C. Clarke que cuelga sobre el puesto de mandos. Esto entre otras tantas cosas. Así que, es cierto, cuando llega el viernes me desperezo; tiro el uniforme sucio de toda la semana y me coloco unos vaqueros; me doy una ducha (racionada, claro, y de agua reciclada) y me tomo una buena ensalada de cultivo hidropónico.
Luego, me siento frente al gran panel de la sala de mandos y miro la tierra flotar en medio de una nada vacía, negra y hermosa. Y es como un pedazo de un gran y suculento pastel..azul.
Por fin es viernes
¿Pensábais que en la cápsula era distinto? ¿Que por aquí el tiempo transcurría de otra forma? No, terrícolas. Los días se suceden con el mismo encanto de apisonadora en la estratosfera que ahí abajo. Hay un millón de cosas de hacer: poner al día las bielas, revisar las bisagras y las junturas de las mamparas de cada nivel, buscar signos de vida de inteligente entre Beltegeuse y Kepler-2, quitar el polvo de las estanterías del camarote, limpiar el vaho en los ojos de buey de las escotillas traseras, comprobar los niveles de oxígeno, hablar con mamá por videoconferencia estelar, cocinar comida deshidratada para toda la semana, escribir cartas apasionadas para alguien que nunca las recibirá, consultar las cartas de navegación y fijar correcciones en la órbita, despejar los pasillos de la nave, siempre atestados de cajas de suministros y, finalmente, pasarle un paño al retrato de A. C. Clarke que cuelga sobre el puesto de mandos. Esto entre otras tantas cosas. Así que, es cierto, cuando llega el viernes me desperezo; tiro el uniforme sucio de toda la semana y me coloco unos vaqueros; me doy una ducha (racionada, claro, y de agua reciclada) y me tomo una buena ensalada de cultivo hidropónico.
Luego, me siento frente al gran panel de la sala de mandos y miro la tierra flotar en medio de una nada vacía, negra y hermosa. Y es como un pedazo de un gran y suculento pastel..azul.
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